miércoles, 23 de marzo de 2011

...no sabe qué hacer

En la entrada anterior dije que iba a comentar algo sobre el terremoto y posterior tsunami de Japón. Lo primero, desde este sitio me gustaría recordar a las víctimas. He pasado muy buenos tiempos en ese país, lo que hace que la tragedia me toque más de cerca. A esto hay que sumar que estuve dos veces en Sendai. La primera de ellas fue durante mi primera estancia en Japón, y aquí podéis encontrar una de las entradas que dediqué a aquel fin de semana. Me imagino que aquel maravilloso pueblo de Matsushima y las miles de islas de la bahía habrán sido arrasados. Hace año y medio estuve algo más de dos semanas en un laboratorio de la universidad de Tohoku, en Sendai, así que conozco gente allí. Por suerte, el centro de la ciudad está lejos de la costa y sólo sufrieron las consecuencias del terremoto. Al parecer, los edificios aguantaron pero los laboratorios quedaron bastante mal. La situación es bastante dramática debido a la falta de alimentos y combustible agravado por las bajas temperaturas del final del invierno japonés.

Además, allí estaba trabajando un chico de Alicante. No lo conozco directamente, pero me han comentado que ya está en España. Lo que es muy triste es que el chico no ha recibido ninguna ayuda por parte de la embajada española. Al parecer se las arregló para meterse en un autobús que los tailandeses habían enviado para sacar a su gente de la zona, gracias a un chico que trabaja en el mismo laboratorio. Así llegó a Narita, donde está el principal aeropuerto de Tokio. Si queréis leer algo más sobre esto, aquí os pongo un enlace a una entrevista que le hicieron, aunque me da que hay cierto dramatismo periodístico añadido.

Ésta estaba pensada como una entrada feliz para comunicar que me habían dado una de las becas que pedí. Alguien renunció y me llegó a mí la oportunidad, la cual tengo pensado aprovechar de alguna manera. Me lo comunicaron hace casi tres semanas, justo una semana antes del terremoto, pero no fue hasta hoy que se hizo oficial, así que no quise decir nada hasta ahora. El lunes siguiente le dije al jefe que me iba a ir cuando terminara mi contrato, a finales de abril. Y, aunque parezca mentira por lo improbable que es que uno de los mayores terremotos de la historia reciente tenga lugar en el sitio al que voy a ir o se supone que iba a ir, así ha sido.

Hace unas semanas estaba seguro de que me iba a ir a Japón a principios de junio, ya tenía pensado qué iba a hacer con las pocas vacaciones que me quedaban y cómo iba a ir a España antes de volver a irme. Ya había empezado a pensar en qué papeles tenía que hacer para marchar y lo que tenía que hacer para conseguir el visado para entrar en Japón. Pero ahora no sé qué voy a hacer ni cuándo. Puedo retrasar el inicio de la beca, pero no más allá de finales de año y los meses que no disfrute ahora no me los prorrogan después. Por suerte, el jefe de aquí ya me dijo que si quería, me renovaría el contrato en el caso de que no pudiera ir. Están faltos de personal y les vendría bien que yo me quedara.

Por las noticias, que cada vez son más escasas, parece que el mayor problema es la central nuclear y la consecuente emisión de radioactividad y, aún peor, la contaminación de alimentos y agua.

De momento seguiré sin saber qué hacer hasta que reciba noticias directas ya sea de la gente que conozco en Japón o de la embajada en España. Ya lo comentaré cuando sepa algo, lo cual espero que no sea muy tarde ya que tengo que hacer muchas cosas antes de dar ningún paso y tampoco puedo tardar mucho en decir que me voy a quedar más tiempo aquí en el caso de que sea necesario. En fin, que estoy hecho un lío.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

sábado, 12 de marzo de 2011

...cuenta una batallita

Hoy debería comentar algo sobre el terremoto de hoy en Japón, pero volveré sobre el tema en la siguiente entrada. De momento voy a dejar eso aparcado, tan solo un momento de recuerdo a todas las víctimas, y voy a colgar lo que ya tenía escrito sobre el fin de semana pasado. Así que aquí va.

Este fin de semana volví a hacer una de mis salidas de un día. En esta ocasión decidí ir hacia el sur, uno podría decir que en busca del buen tiempo, pero me temo que no fue así. De todas maneras, tampoco me puedo quejar porque no llovió e incluso llegó a despejar el cielo en algún momento de la tarde.

El primer destino que decidí fue Battle, un pequeño pueblo que queda al sureste de Londres, cerca de Hastings que está en la costa. Aquí es donde tuvo lugar la famosa batalla de Hastings, la cual está considerada la batalla más importante en la historia de Inglaterra, clave en su desarrollo posterior. En esta batalla se enfrentaron los normandos de William el Conquistador provenientes del norte de Francia aunque originarios de Noruega, y los anglosajones de Harold. Tras la muerte de Edward el Confesor sin descendencia, el trono pasó a Harold, su cuñado y conde de Wessex. Sin embargo, William, primo del difunto rey, reclamaba el trono porque, a pesar de ser hijo bastardo, decía que Edward se lo había prometido y contaba con el apoyo del Papa; ya se sabe, la iglesia metiendo baza donde puede.

El 14 de octubre de 1066, los ejércitos de ambos pretendientes se enfrentaron en una batalla que decidiría el futuro de la nación. Como en toda guerra, unos son los malos y otros son los buenos, pero el rol de cada bando lo decide quien gana o quien cuenta la historia. Tal y como lo relatan en las audioguías que dan con la entrada al recinto, los anglosajones eran los valerosos que se enfrentaban a un temible ejército, aguantando valerosamente los duros ataques de la caballería normanda, aunque finalmente sucumbieron y, según la leyenda, Harold cayó muerto por una flecha que hizo diana en su ojo. Así, William no encontró apenas resistencia para ser coronado rey de Inglaterra en la abadía de Westminster. El nuevo rey mandó construir una abadía en el lugar donde tuvo lugar la batalla y el altar de la iglesia se hizo coincidir donde Harold cayó muerto.

Hasta aquí el rollazo histórico, ahora unas cuantas fotos. Lo primero que se ve al llegar es la entrada a la abadía, que fue reconstruida en 1338.

Lo primero que hice fue dar una vuelta por el campo de batalla. La siguiente panorámica muestra el mismo tal y como se ve en la actualidad.

A la izquierda de la imagen se ve parte de los edificios que se encuentran actualmente en el emplazamiento de la abadía, pero sobre esto volveré un poco más adelante.

La audioguía da una serie de explicaciones sobre la batalla, las cuales no voy a transcribir aquí ya que no las recuerdo todas y no estaría bien poner mala información de segunda mano, y también porque bastante os aburrí antes. Sin embargo, sí que voy a situar los ejércitos. En la parte baja de la colina, a la derecha de la foto, se situaron los normandos mientras que los anglosajones se hicieron fuertes en lo alto, lo cual les daba cierta ventaja a pesar del mayor potencial del ejército de William. La siguiente panorámica está tomada desde la parte de abajo, para que os hagáis una idea un poco mejor del campo y de la vista que tenía William.

El recorrido continúa por la derecha de la anterior imagen, subiendo la colina para llegar hasta las ruinas de la antigua abadía.

Esta es la parte de atrás de lo que queda de los dormitorios de los monjes, creo recordar que benedictinos. A la derecha se encuentra algo un poco más vulgar pero necesario, las letrinas. El monasterio se destruyó casi completamente cuando Enrique VIII (siempre presente en cualquier rincón de Inglaterra) disolvió las órdenes monásticas.

A continuación os pongo una imagen de la parte de debajo de los dormitorios, donde estaba la sala común de los monjes.

Y aquí podéis ver el edificio desde el otro extremo.

Más o menos desde donde está sacada esta última foto se encuentra una losa que indica donde se encontraba el altar de la iglesia de la abadía, donde, como dije antes, se supone que cayó muerto Harold.

Para terminar con este sitio, durante la rehabilitación del siglo XIII se construyó la casa del abad que, tras la disolución de los monasterios, pasó a manos privadas. Desde 1922 esta casa es un internado para niños entre 3 y 16 años.

Después de salir de aquí me dirigí al castillo de Pevensey. Este pueblo formaba parte de la confederación de los Five Ports, de la que ya hablé en otra entrada. En este caso me parece que tengo que corregirme, ya que allí dije que Hastings era el quinto puerto de esta confederación y no es así, era Pevensey, el error viene de hacer caso a las guías turísticas. Lo que pasa es que a este pueblo le pasó lo mismo que a Sandwich, la línea de costa se retiró debido a que la desembocadura del río se colmató de arena y dejó el castillo sin su acceso directo al mar.

El castillo en sí no es gran cosa tal y como está en la actualidad, pero uno puede intuir su importancia y cómo se podría ver desde el mar. A continuación os pongo una imagen de sus murallas.

Y un detalle de su entrada con el foso.

El interior se ve de la siguiente manera.

La parte donde el castillo se aproximaba al mar es justo la contraria a desde donde está tomada esta panorámica, así que yo me podría imaginar el mar en lo que ahora se ve como una extensión llana de tierra.

Con la entrada a este sitio también dan una audioguía, pero me gustaría señalar algo que me fastidia mucho cuando se visitan ciertos sitios. En este caso, una parte de la visita no estaba autorizada, la visita a la parte de los calabozos y sótanos porque estaban inundados. Yo creo que deberían rebajar el precio de la entrada en esos casos ya que no te dejan ver todo lo que se podría en otras condiciones. En este caso, a mí no me importaba demasiado, porque yo no pagué al ser socio de English Heritage y este castillo forma parte de esta sociedad, pero me sigue pareciendo injusto.

Para terminar este día me acerqué a la costa a un sitio que se llama Beachy Head, unos acantilados blancos de hasta 173 metros de altura. Una pena no ser mejor fotógrafo para poder captar mejor la espectacularidad de estos acantilados y poderos enseñar como es debido este sitio.

A continuación os pongo una imagen un poco general, donde se ve cómo son estos acantilados que se extienden por la costa sur de Inglaterra, cosa que comprobé ya que en Dover eran del mismo tipo.

El terreno se va aproximando suavemente hasta llegar a la costa donde cae hacia el mar, en muchos casos verticalmente. Para muestra, aquí tenéis una imagen con el faro, donde las paredes aparecen un poco más verticales.

Y para rematar, os pongo la siguiente foto, donde el acantilado es totalmente vertical.

Para haceros una idea de la altura, los dos puntos que se ven encima del acantilado del medio son dos personas. Desde luego que tener un traspié aquí no es lo más recomendable, y para muestra un botón.

Sí, un coche caído en el acantilado. De todas maneras, supongo que no estaría ocupado porque si no, lo hubieran retirado como prueba forense (creo que veo demasiadas series policíacas) y además no hay una carretera que pase al lado del acantilado, así que no fue un accidente. No me parece el mejor sitio para deshacerse de un coche.

Por último, os pongo las casas con las mejores vistas de la zona.

¿Qué pensarán los de protección de costas acerca de este desarrollo urbanístico?

Después de darme un paseo por este sitio, arrimándome al borde todo lo que podía, volví a Guildford. Lo malo es que al día siguiente fui a una tienda de postales aquí y vi que salía esta zona pero con una foto desde la parte de abajo, desde Seven Sisters (¿para siete novios?), sitio por el que pasé con el coche, pero no sabía que se podía pasear por la base de los acantilados. Una pena.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

miércoles, 2 de marzo de 2011

...se reúne (VII)

Como prometí hace mucho tiempo, voy a intentar completar la serie de entradas que había comenzado con el tema de mis vacaciones en la isla Reunión a finales de abril del año pasado. Como hace 10 meses de todo esto y no llevé ningún diario, los recuerdos son algo borrosos, así que probablemente Joan me tenga que ayudar a recordar parte de lo que hicimos esos días. Por todo esto, no creo que me pueda detener mucho en los detalles.

En la última entrada sobre la isla, nos dejé a todos (Joan, José Alberto, Julián y yo) durmiendo en un gîte en el bosque de Belouve. Desde este sitio hay un mirador estupendo de uno de los circos de la isla, el Circo de Salazie, destino final de ese día y el último de la isla que me faltaba por visitar. Aquí podéis encontrar el mapa de la isla por si queréis ver por dónde os voy llevando en nuestro viaje.

En esta panorámica se puede ver el Piton des Neiges, el pico del fondo a la izquierda, el más alto de la isla y del cual ya hablé en otra entrada. Para los nombres de los otros picos, mejor visitáis el blog de Joan y le preguntáis a él.

Desde aquí bajamos hacia el bosque de Bevour, donde hicimos una pequeña ruta circular que rodeaba el Piton de Bevour. Nosotros pensábamos que íbamos a ver algo del bosque y del pico, pero el sendero circulaba completamente tapado por la vegetación. Si no recuerdo mal, aquellos días no había llovido apenas, así que no había mucho barro como para dificultar el caminar, con algún que otro patinazo, pero nada serio, pudiendo disfrutar de los árboles. Sin embargo, lo que más me llamó la atención fueron los enormes helechos que crecían en aquella zona.

Tras terminar este pequeño paseo cogimos los coches y nos dirigimos hacia el siguiente destino, pero antes paramos para echar un vistazo al bosque de Bevour, nuevamente con el Piton des Neiges a la izquierda.

La siguiente parada fue para ver el Grand Etang, el mayor lago de la isla como su propio nombre indica. En realidad, ahora no estoy seguro de esta afirmación, pero sí de que es el único lago volcánico situado en altura de la isla (525 m sobre el nivel del mar).

Como se puede intuir por la fotografía, el lago está situado en medio de las grandes montañas del centro de la isla. El calor, los mosquitos y el hambre nos decidieron a dar la vuelta al coche sin rodear el lago.

Antes de llegar al destino final, nos paramos en un sitio bastante curioso, Takamaka, cuyo nombre proviene de un árbol originario del archipiélago Mascareño, al que pertenece Reunión, así como Mauricio y otras islas. Lo que tiene de especial este sitio son la multitud de cascadas que se concentran en un solo punto. La pena es que en la composición siguiente no se aprecian muy bien, y tampoco se puede escuchar el rugido del agua, aunque os lo podéis imaginar.

En el fondo del valle discurre el río Marsouins. Aquí fue donde se hizo la primera estación hidroeléctrica de la isla en 1968. Ya tenían antes electricidad, desde 1920, pero supongo que la originarían de otra manera, ya que la geología de la isla no permitía preparar presas para estaciones hidroeléctricas. Aquí se excavó un túnel de 315 metros bajo tierra para recoger el agua de las cascadas y usarla para generar electricidad para toda la isla, o por lo menos esa era su intención, supongo que ahora ya no será suficiente y se hará de otras maneras.

Tras dejar este valle nos dirigimos al último circo de la isla que me faltaba por visitar como dije al comienzo de la entrada, el circo de Salazie, que al parecer se caracteriza por la cantidad de agua que rezuman sus montañas. Esto se debe a que prácticamente todos los días por la tarde las partes este y sur de la isla se cubren de nubes, las cuales suelen dejar lluvias habitualmente. A continuación os pongo un par de pruebas de esto. La primera es una cascada que se encuentra al comienzo del valle que lleva al circo de Salazie.

La siguiente es la cascada Le voile de la mariée que, con el poco francés que sé y el traductor de Google, significa El velo de la novia, pero no tengo ni idea de por qué se llama así. Supongo que vendrá de la cantidad de pequeñas cascadas que la conforman, todas seguidas, formando un velo cubriendo la montaña.

El destino final del día fue el pueblo de Hell-Bourg, en el corazón del circo de Salazie. El nombre del pueblo, así a bote pronto, parece que significa la villa del infierno, pero al parecer su nombre le viene de un gobernador de la isla, Anne Chrétien Louis de Hell. Aquí os pongo una imagen del pueblo, la cual saqué al día siguiente, porque llegamos casi de noche.

Esta villa está considerada uno de Los pueblos más bonitos de Francia. Nosotros no la recorrimos mucho, tan solo un poco por la noche, ya que al día siguiente aún queríamos ver más cosas.

Por cierto, en este pueblo nos encontramos de nuevo con la pareja de vascos que Joan y yo ya habíamos conocido unos días antes en Cilaos. Cenamos con ellos en el único restaurante que encontramos abierto. Creo recordar que la comida estaba muy buena, y los chavales, unos recién casados que estaban pasando la luna de miel caminando y recorriendo la isla, eran muy majos.

De momento lo dejo aquí. A ver si no tardo tanto tiempo en colgar la siguiente entrada sobre Reunión.

Besos para ellas y abrazos para ellos.