jueves, 20 de enero de 2011

...pasea por Guildford (I)

Estos dos fines de semana (el pasado y el que viene) no creo que haga ninguna cosa interesante, así que voy a aprovechar para poner alguna entrada sobre la ciudad donde vivo desde hace casi un año: Guildford. Tengo que ponerme con otras cosas, así que no creo que me dé tiempo en breve a ponerme con el final de mis vacaciones del año pasado en Reunión, pero la promesa que hice de completar esta historia sigue en pie.

Para que no haya malentendidos, los otros asuntos son la petición de becas para las que tengo que preparar distintos proyectos de trabajo. De esto a lo mejor hablo algún día, porque se puede sacar mucho jugo del tema tal y como está establecido la petición de becas en nuestro país. Tal vez cuando termine con ellas me ponga con ello.

Bien, vamos con el tema, pero primero, algunos datos. Guildford es una (no tan pequeña) ciudad, de casi 67000 habitantes, situada a unos 50 kilómetros al suroeste de Londres. Tiene cierta importancia ya que es la capital del condado, Surrey. Aquí hay varias empresas de aparatos electrónicos y muchas de informática. Por ejemplo, cerca de donde vivo hay unas oficinas bastante grandes del fabricante de videojuegos EA Sports. Por otro lado, en lo que a cultura popular se refiere, aquí fue donde arrestaron a los Cuatro de Guildford, que supuestamente habían puesto una bomba en un pub de la ciudad, y cuya historia fue llevada al cine en En el nombre del padre, gran película, por cierto.

Como ya he dicho en alguna entrada del año pasado, las ciudades relativamente pequeñas que he ido visitando por el sur de Inglaterra son todas bastante parecidas. Suelen tener un centro bastante pequeño donde está la High Street, vamos, la Calle Mayor, la cual es frecuentemente peatonal. Una vez que te sales del centro donde puede haber una catedral o alguna iglesia interesante, las ciudades suelen ser bastante parecidas y sin demasiado por ver. Por mi experiencia, una ciudad como Guildford ya tiene un tamaño considerable. Y es que a los ingleses les gusta vivir en casas en lugar de pisos, de modo que las ciudades están muy extendidas, sin una clara división entre ellas y los pueblos circundantes más pequeños.

Un pequeño apunte que me ha recordado esto. Sí, a los ingleses les gusta vivir en casas en lugar de pisos, y éstos suelen ser bastante caros, ya que a veces se consideran casi de lujo. Sin embargo, muchas de las famosas casas victorianas que se ven en las películas están formadas por apartamentos individuales en cada uno de los pisos. Y a veces son de lo más raro. Cuando empecé a buscar habitación donde quedarme por aquí, fui a ver un sitio que anunciaban como piso. Cuando llegué allí, se trataba de una habitación a la que se accedía por una escalera común, con derecho a cocina y baño, y con un lavabo dentro de la habitación.

Como siempre, me voy por las ramas. Así que al grano, aquí os va una foto de la High Street de Guildford.

Como podéis ver, la calle está un poco empinada. Esto es algo que me gusta, ya que no es habitual. Inglaterra es un país muy llano, con lo que las ciudades también suelen serlo.

En esta entrada me voy a centrar en esta calle. Se trata de una calle muy comercial, llena de tiendas y centros comerciales. Sin embargo, tiene algunos edificios interesantes. En primer lugar y empezando por arriba se encuentra la Royal Grammar School.

El edificio en sí mismo no llama mucho la atención, pero se trata de una antigua institución establecida en 1512 aunque este edificio se terminó de construir en 1586.

Entrando en la zona peatonal se encuentra el Abbot’s Hospital.

Se trata de un asilo de ancianos de estilo Tudor, fundado por George Abbot en 1619. George Abbot, quien tiene una estatua dedicada muy cerca del asilo, nació en esta ciudad y fue uno de los Arzobispos de Canterbury. Así que, como jefe de la iglesia en Inglaterra, este cargo le reportó bastante dinero y decidió usar una parte para crear el asilo. Al parecer se hacen visitas guiadas, pero si no recuerdo mal, son por semana, así que no he podido verlo por dentro. En frente se encuentra la Holy Trinity Church, pero de ella hablaré en otro momento.

Un poco más abajo se encuentra la Casa del Ayuntamiento o Guildhall.

Aunque ya hubo un ayuntamiento medieval aquí, esta casa empezó a construirse en 1589. Lo más llamativo es su reloj que data de 1683. Esta casa ya no debe de usarse para cuestiones administrativas, pero sigue usándose para encuentros ceremoniales.

En frente del Guildhall se encuentra la siguiente construcción.

Se trata del Tunsgate Arch, una especie de paso entre calles de estilo neoclásico. Al parecer, antiguamente el mercado se solía poner en la High Street, y en donde se encuentra ahora el arco antes había una posada, la Tun Inn, al lado de la cual se ponía un toldo para proteger de la lluvia los sacos de maíz y harina. En 1818 se demolió la posada y se construyó el arco de estilo neoclásico (por suerte, esta vez Christopher Wren no tuvo nada que ver, aunque no me hubiera sorprendido), donde se seguían almacenando los sacos durante los mercados. Ahora no hay sacos de harina, pero siempre hay una floristería bajo el arco. Como curiosidad, las columnas no están distribuidas uniformemente porque las dos de en medio se movieron para dejar pasar una carretera. Más adelante se volvió a peatonalizar recuperando los escalones que se pueden ver en la foto.

Siguiendo el paseo cómodamente hacia abajo, se encuentra uno de los edificios que más me gustan de esta calle, el Angel Hotel.

Antiguamente, el viaje entre Londres y los puertos de la costa sur de Inglaterra duraba dos días, y Guildford se encuentra a media distancia por lo que se convirtió en un importante lugar de descanso dando lugar a la inauguración de numerosas posadas. Más adelante, en el siglo XVIII, las carreteras se mejoraron considerablemente y el viaje duraba un solo día. A pesar de esto las posadas sobrevivieron gracias a las postas de caballos del servicio de correo, como atestiguan los carteles que aún se pueden ver en la fachada del hotel. Cuando ya no soportaron el avance de la tecnología fue con la llegada del tren.

El Angel Hotel es la única de las posadas que aguantaron el envite de los tiempos, manteniéndose en pie desde el siglo XVI. Ahora se trata de un hotel casi de lujo a juzgar por los precios. Además, al echar un vistazo a su interior por las ventanas que dan a la calle, se puede ver una recepción y una zona de descanso que parece sacada de cualquier película inglesa de época, con viejas butacas y suelos de madera cubiertos por moqueta respirándose un aire muy tradicional.

Para terminar este paseo, aquí os pongo una foto de un estudiante que parece muy alegre, supongo que habrá aprobado alguna asignatura.

Y es que Guildford es ciudad universitaria y esta estatua se erigió para recordarlo.

Hasta aquí la primera entrada sobre Guildford, espero que haya más.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

viernes, 14 de enero de 2011

...toma sopa de almendras

Aquí estoy de vuelta tras las vacaciones de Navidad. Como las cosas no suelen cambiar mucho, me temo que he tenido que volver a este país ya que dicen que el trabajo dignifica al hombre… pero bueno, el descanso tampoco está nada mal. El caso es que de momento tengo que seguir aquí donde tengo mi trabajo.

Había empezado a escribir esta entrada hace un par de días, cuando aún tenía muy reciente el trauma del viaje, y tenía preparada una larga reflexión sobre lo que significa estar viviendo lejos y de cómo es difícil mantener las relaciones, pero he cambiado de opinión ya que no quiero ponerme demasiado sentimental y menos en estos momentos en los que es imposible ser objetivo.

Así que nada, esta entrada tiene el simple propósito de dar las gracias a todos, familia y amigos, por estos días en Oviedo. Gracias a vosotros, o tal vez tenga que decir que por culpa vuestra, siempre me cuesta mucho el viaje de vuelta.

Y antes de que se me olvide, el título de la entrada es, como el de una entrada de hace algo más de un año, un pequeño homenaje a mi madre. En este caso se trata de la sopa de almendras, un postre típico navideño en mi casa. Este plato siempre ha estado presente en todas las Navidades desde que yo recuerdo. Ya lo hacía mi abuela y, desde hace muchos años, lo continuó haciendo mi madre, así que no puedo concebir unas Navidades sin el olor de la sopa de almendras impregnando la cocina.

Espero que todos vosotros lo hayáis pasado tan bien como yo estas fiestas y que en el año que estamos aún estrenando todo vaya tan bien como en el mejor día del año que dejamos atrás.

Besos y abrazos para todos.