viernes, 24 de diciembre de 2010

...pasea por la nieve

Como habréis visto estos días en las noticias, y tal vez lo habréis sufrido también en vuestras propias carnes, hay una ola de frío que está afectando a toda Europa. Y como dicen que Inglaterra también pertenece al viejo continente, aquí también está haciendo bastante frío. Así, el viernes por la noche estuvo nevando bastante y el sábado amaneció con una buena capa de nieve. Como despejó un poco, e incluso llegó a salir un poco el Sol, me dio por ir a dar un paseo por los alrededores de Guildford.

Tengo pendiente hablar de la ciudad donde vivo, pero para ir haciendo boca os voy a poner un par de fotos bajo la nieve. La ciudad está situada a la orilla del río Wey, el cual está bastante canalizado, al menos en la parte cercana a Guildford. La siguiente es una foto de muestra de lo que digo, con las típicas barcazas que se ven por los ríos y canales de Inglaterra.

La siguiente foto es de un poco más arriba, siguiendo el curso del río.

A la izquierda de la foto, un poco más abajo hay un pequeño parque que en el verano, en los días no demasiado desagradables, suele reunirse bastante gente para hacer picnic y barbacoas.

Para terminar por el momento con Guildford, os pongo a continuación una imagen de la High Street, con el edificio del antiguo ayuntamiento o Guildhall a la izquierda (el del reloj que casi no se ve).

Como podéis ver, había bastante gente por la calle. Esto es una tónica general en las ciudades medias de Inglaterra, y no sólo porque sea justo antes de Navidades y nos asalte el espíritu consumista. La población en Inglaterra esta muy extendida ya que suelen vivir en casas adosadas, ya sea en núcleos pequeños o en urbanizaciones. En esos sitios no suele haber demasiadas tiendas por lo que la gente se agolpa en el centro de las ciudades los fines de semana. Además, aquí suele abrir casi todo los domingos, lo que supongo que será para compensar que por semana cierran como muy tarde a las 18:30 ó 19:00 dependiendo de los casos (incluso a las 17:30 o antes).

Al día siguiente, es decir, este domingo, me dio por volver a Londres, más que nada por salir un poco y no quedarme metido en la casa, además de hacer alguna foto de Londres nevado, cosa que no había visto hasta entonces.

En estos momentos no me puedo liar mucho a explicar el recorrido que hice, así que voy a dedicarme a poner fotos. La primera de ellas es de la parte de arriba del Big Ben con un poco de nieve en el tejado.

Después, camino de St James Park, me encontré con este cartel, que ya había visto la semana anterior con Joan y su madre, y que me había llamado la atención.

No sé a vosotros, pero a mí me da un poco de mal rollo.

Una de las características que más nos llama la atención a los turistas en St James Park es la cantidad de ardillas que hay. Todo el mundo acaba por intentar hacerse una foto con ellas mientras les intenta dar algún cacahuete o nueces. Por su parte, ellas casi se puede decir que posan como modelos profesionales.

Una de las imágenes del palacio de Buckingham que más me gusta es la que se puede ver desde el medio del lago de St James Park, el cual estaba helado casi por completo.

En realidad, en esta foto no se ve muy bien el palacio, pero quería que se viera mejor el estanque helado que otra cosa. Y si no os creéis que eso sea hielo, podéis preguntárselo a este cisne.

Otra prueba del frío que estaba haciendo estos días por estas tierras es esta imagen de una estatua de una de las fuentes de Trafalgar Square, con carámbanos y todo.

Imaginaros el frío que hacía que hasta parecía que los leones de la base de la columna de Nelson habían envejecido, mirar como se les puso la melena de blanca.

Para ir terminando este rápido paseo por Londres, voy a completar la ruta por la iluminación nocturna que os puse en la anterior entrada. Como ya dije, la iluminación de Oxford y Regent Street es la misma que el año pasado. La de Molton Street tampoco cambió, así que no voy a poner imagen de ella. Sin embargo, la iluminación del centro comercial Selfridges, del que hablé el año pasado, sí que cambió, aunque esta vez yo creo que a peor.

En cambio, la iluminación de Carnaby Street me gustó más este año.

Para terminar, os pongo el árbol de Navidad que hay en Covent Garden.

Este árbol se anuncia como que sus luces (en realidad sólo las rojas) se encienden con la energía de un beso. Esto queda muy bien, pero por supuesto es una falacia. El sistema consiste en que las parejas se sitúan debajo de un ramo de muérdago y tienen que coger cada uno una punta del mismo con las manos y darse un beso (el tipo depende de cada uno). El muérdago es de mentira y lo que se coge (con las manos descubiertas) son dos bornes. Al darse el beso se cierra el circuito y se encienden las luces. Luego se puede dejar un donativo. Ahora no recuerdo exactamente a qué fundación se destina, pero creo recordar que era algo relacionado con una fundación de la familia real.

Yo no tenía nadie a mano a quien besar, así que me temo que no pude encender las luces. Le iba a preguntar a la chica que estaba explicando el sistema y recogiendo los donativos si quería ayudarme, pero lo dejé pasar.

Me hubiera gustado escribir otra entrada hablando de mi viaje de regreso a casa por Navidad, pero se me hizo muy tarde y no puedo ponerme. Si no hay problema, mañana cogeré el avión a mediodía. Por suerte, vuelo desde Stansted y allí no ha habido apenas incidentes, así que espero que siga así al menos un día más. No me gustaría tener que pasar la Nochebuena en un aeropuerto inglés.

A muchos de vosotros os veré estos días de vacaciones y podré felicitaros las fiestas en persona, pero de todas maneras aprovecho a hacerlo desde aquí, así que:

Felices Fiestas y que el peor día del 2011 sea mejor que el mejor día del año que estamos dejando atrás.

Besos y abrazos para todos, cada uno que coja lo que quiera.

lunes, 20 de diciembre de 2010

...pasa a la tercera edad

Pues sí, como la mayor parte de vosotros sabéis, este fin de semana ya se ha hecho oficial: ya no puedo decir nunca más que soy un veinteañero. Hace un año celebré mi cumpleaños pasando el día en Londres. El caso es que no tenía pensado volver a pasar mi cumpleaños por estas tierras, de hecho siempre pensé que me echarían antes de pasar la primera Navidad, pero por suerte o por desgracia, aquí continúo.

De manera que celebré otra vez en Londres mi entrada en la treintena, no me importa decir mi edad ya que siempre me han echado años de más y ahora estoy realmente en la edad que creen que tengo, espero que algún día me lleguen a echar de menos. Sin embargo esta vez lo hice acompañado. Joan, a quien ya conocéis sobradamente, y su madre, Sara, tenían pensado volver por aquí para hacerme una visita y quisieron hacerlo coincidir con mi cumpleaños. Por ello esta entrada es un homenaje a ellos, por darme uno de los mejores regalos que me podrían hacer aquí, su compañía en ese día. Muchas gracias.

El sábado decidimos ir hasta Cambridge, ya que Sara ya conocía Londres bastante bien y les apetecía conocer otros sitios a parte de la capital. Como sobre esta ciudad ya hablé hace unos meses, no voy a repetirme. Sí que puedo comentar que para ir a Cambridge desde Londres en tren, lo más normal es cogerlo en la estación de King’s Cross, bien conocida por los fans de Harry Potter. Para los que no lo sepan, aunque dudo que ninguno de los que leéis esto no estéis enterados, de aquí es de donde parte el tren que lleva a los niños a la escuela de magia, concretamente del andén 9 y ¾, como podéis ver en esta foto.

En realidad, esta es una foto que tomé cuando estuvieron por aquí mis amigos en junio, ya que ahora esta zona está en obras y no queda tan bien aunque todavía se puede hacer uno la foto con el carro de Harry Potter.

Esta estación está muy cerca y conectada con St Pancras y St Pancras International, que fue el primer sitio en el que posé el pie en Inglaterra, ya que vine a la entrevista desde París en el Eurostar. La estación de St Pancras está bastante bien por fuera. La foto que os pongo a continuación es una composición de las mías, pero en este caso ha quedado bastante mal, así que tened en cuenta que está muy distorsionada.

A pesar de la distorsión se puede ver la típica construcción inglesa con ladrillo rojo a cara vista.

El domingo nos dimos un buen paseo por Londres visitando los sitios más conocidos. Como de ellos ya he ido hablando en distintas entradas, ahora no me voy a poner con todo. En su lugar os voy enseñar las luces nocturnas y de Navidad de Londres. Pero antes de comenzar, aquí os pongo a los dos turistas oscenses, ya que alguno me lo ha pedido.

Ese es uno de los leones de la base del pilar de la estatua de Nelson en Trafalgar Square.

Y ya que estamos en esta plaza, aquí está la misma por la noche con el tradicional árbol de Navidad que traen todos los años desde Oslo. De esto ya hablé el año pasado y la foto que puse es prácticamente la misma.

Desde aquí se puede llegar fácilmente a Covent Garden Market. De este sitio me gustaría hablar en otro momento, porque es uno de los que más me gustan del centro de Londres. De todas maneras, ahora os voy a poner un par de fotos, la primera de fuera.

Supongo que este será el famoso reno de Santa Claus, Rudolph. La otra imagen es de la decoración interior.

En poco tiempo se puede llegar caminando desde aquí a Picadilly Circus y subir hacia Oxford Street por Regent Street. La siguiente foto está tomada en la intersección de ambas calles, Oxford Circus.

Como se puede ver, la decoración es la misma que la del año pasado, pero este año tocó el patrocinio de la saga de películas de Las crónicas de Narnia. Este año unos niños de la organización de caridad Kids Company fueron los encargados de inaugurar la iluminación. La imagen a continuación es de Oxford Street, que es la misma que el año pasado.

Para terminar os voy a poner un par las fotos de dos de los sitios más característicos de Londres. Este es el Big Ben, o el Gran Benito como lo rebautizó Joan.

Y por último, os pongo una foto que quedó bastante decente de la catedral de St Paul, con el Millenium Bridge sobre el Támesis en primer plano.

El cumpleaños lo celebramos en una cafetería cerca de Trafalgar Square donde nos tomamos un trozo de tarta de brownie de chocolate cada uno. Sara se empeñó en poner una vela en la mía y los dos me cantaron el Cumpleaños feliz, haciéndome pasar mi momento de vergüenza. Por suerte, la cafetería era pequeña y no había muchos clientes en aquel momento. Aquí me tenéis, con la cara de pánfilo, recién estrenada mi nueva edad.

De nuevo, muchas gracias por vuestra visita en ese fin de semana.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

jueves, 9 de diciembre de 2010

...se moderniza

Bien, con esta entrada voy a lograr ponerme al día, al menos por ahora, en lo que se refiere a mis historias por Inglaterra. De lo de Reunión hablaremos más adelante, espero que sea antes de que se me olvide todo.

Lo cierto es que fue difícil ponerme al día con todo ya que desde finales de julio hasta finales de octubre no pasé ni un solo fin de semana completo en Guildford. Es decir, casi cuatro meses dando tumbos de un sitio para otro y no siempre en las mejores condiciones.

Volviendo con el tema de hoy, hace un poco más de dos semanas me dio por hacer algo el sábado, ya que hacía mucho que no salía a hacer alguna visita. Como el tiempo no acompaña mucho últimamente, decidí volver a Londres para ir completando mi recorrido por la capital. No es que me quede mucho por ver en general, pero aún me quedan bastantes sitios en los que entrar, sobre todo museos. En esta ocasión elegí el Tate Modern, es decir, el museo nacional Británico de arte moderno. Este museo forma parte de la Tate, que es la Galería Nacional de Arte Británico y Arte Moderno en Inglaterra, con cuatro sedes: Tate Britain y Tate Modern en Londres, Tate Liverpool, no hace falta decir dónde está ésta, y Tate St Ives en Cornwall. Curioso, estuve en ese pueblo en mi viaje por Cornwall y no tenía ni idea de que hubiera una Tate allí. Bueno, para ser sinceros, no es que me vaya a quitar el sueño. No es que sea un entendido en nada, pero el arte no es precisamente uno de mis puntos fuertes.

En parte fui a este muse por el edificio donde está. Os voy a poner una foto de hace más de un año, cuando vine para la entrevista de trabajo, porque es la única foto que tengo. Es increíble que no tenga otra un poco mejor para enseñaros.

Se trata de una antigua central eléctrica construida entre 1947 y 1963 situada en el South Bank, es decir, la orilla sur del Támesis, y que se dejó de utilizar en 1981. Se encuentra justo al otro lado de la catedral de St Paul, a la que se puede llegar fácilmente por el puente peatonal Millenium Bridge, terminado a mediados del 2000, que es el que se ve en la foto. En ese mismo año fue cuando se abrió al público la Tate Modern tras las obras de remodelación que comenzaron en 1996. Esto me recuerda que tengo vista otra central eléctrica parecida a esta pero algo mayor desde el tren que cojo para llegar a Londres desde Guildford. El caso es que está en obras, pero no sé a qué se va a dedicar ese edificio. Esto es una prueba más de que a los ingleses les encanta preservar todo, desde las tradiciones hasta los edificios.

Las colecciones que alberga la Tate Modern están compuestas por obras fechadas desde los primeros años del siglo XX hasta la actualidad. Como ya dije, no soy un entendido en arte, pero además el arte moderno no suele ser lo que más me llama la atención en general, aunque puedo apreciar la belleza o el sentido de ciertas obras puntuales. Aquí hay obras de muchos pintores famosos como Francis Bacon, Andy Warhol, Picasso, Dalí, Joan Miró o Matisse.

Voy a comentar un par de obras que me llamaron la atención, lo cual no quiere decir nada. La primera de ellas es una exposición temporal del artista chino Ai Weiwei, al parecer responsable del diseño artístico del famoso Nido de Beijing, el estadio olímpico de 2008. La obra estaba expuesta en la planta baja donde se encontraba la sala de turbinas.

Esta es la obra Sunflower Seeds (Semillas de Girasol). Echando un vistazo un poco más cercano se entiende de dónde viene el nombre.

Son millones de pipas hechas de porcelana y pintadas a mano. Antes se podía caminar sobre las semillas, pero debido al polvo que se levantaba, decidieron prohibirlo por temas de salud pública. La verdad es que me pareció algo impresionante que un hombre hubiera hecho todas esas semillas. Un verdadero trabajo de chinos, si me admitís el chiste fácil a la par que comentario con cierto tono xenófobo en estos tiempos que hay que ser tan precavido con el lenguaje y procurar ser políticamente correcto. El caso es que estaba muy equivocado en cuanto al origen de la obra, ya que según se podía ver en un vídeo sobre la misma, cerca de 1600 artesanos chinos trabajaron en su preparación y el artista que le pone el nombre hacía nada más que labores de supervisión. En fin, es lo de siempre, supongo que lo que importa es tener la idea y un montón de gente a la que dirigir para llevarla a cabo.

La otra obra que me llamó la atención es la siguiente.

Es la escultura Forme uniche della continuità nello spazio, del artista italiano Umberto Boccioni. Cuando la vi, me empezó a rondar la cabeza la idea de que ya la había visto en algún sitio. Al final me di cuenta de dónde era. Se trata de la cara de la moneda de 20 céntimos de euro acuñada en Italia. Como siempre, no deja de sorprenderme de cómo uno se va enterando de las cosas como por casualidad.

En general, según mi opinión muy personal, la visita a este museo está bien, de hecho es uno de los museos más visitados del mundo (supongo que influirá que ver las colecciones permanentes es gratuito), pero no es imprescindible si no se tiene mucho interés en el arte moderno o no se dispone de mucho tiempo para visitar Londres.

Después de salir del museo me di una vuelta por Londres pero volví pronto a Guildford ya que estaba bastante frío y nublado lo cual no animaba a quedarse.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

...se congela

Aquí va una entrada relacionada con el trabajo, para que después digáis que me paso el día de viaje sin rascar bola.

Estos días está haciendo bastante frío en toda Europa y aquí, aunque a veces no lo parece, también pertenecen al viejo continente. Supongo que no me puedo quejar mucho del frío que hace aquí, ya que en otros sitios de Europa o mismamente en el norte de Inglaterra o en Escocia la temperatura tiene que ser aún más baja. Sin embargo, para que os hagáis una idea, en Guildford estamos teniendo máximas de 2 ºC como mucho y mínimas de hasta -7 ºC. Hoy estuvo nevando todo el día y parece que va a seguir así al menos hasta el fin de semana. De todas maneras, no ha llegado a cuajar, así que cruzo los dedos para no tener que ponerle las cadenas al coche.

Uno de mis mayores problemas es que tengo que dejar al pequeño Todoroku en la calle, por lo que por las mañanas le cuesta bastante arrancar. Qué se le va a hacer, el pobrecillo ya ha entrado en los dos dígitos y comienza a tener sus achaques. Además, me dejo las manos del frío que paso al quitarle el hielo del limpiaparabrisas.

Pero lo que me trae por la calle de la amargura es que en la empresa no tenemos calefacción. Así es, la caldera del edificio se ha estropeado y los administradores del polígono industrial no quieren cambiarla. Se trata de un edificio muy antiguo y me parece que en un futuro no muy lejano lo quieren tirar para construir algo nuevo y poder alquilarlo por un precio mayor. La empresa no está dispuesta a comprar una caldera nueva, así que estos días nos estamos congelando, casi literalmente. Y tengo pruebas documentadas.

Esta foto la tomé ayer al mediodía. Esa mesa está justo detrás de la mía en la oficina, donde tenemos continuamente conectados dos radiadores eléctricos, pero ya veis que no hacen mucho efecto. Estos días estoy yendo a trabajar con dos camisetas, una camisa, un jersey, un forro polar y botas de montaña. Y aún así, después de estar un rato sentado delante del ordenador, me quedo tieso.

Por suerte, ayer por la tarde nos trajeron unos calefactores de aire y el asunto ha mejorado bastante. De todas maneras, como el edificio es tan viejo, no se pueden conectar muchas cosas en la misma línea eléctrica por culpa de la instalación y las ventanas son de cristal simple y tienen más rendijas que mis manos, agrietadas del frío, así que es muy difícil mantener la oficina a una temperatura medianamente agradable. Y no voy a decir nada del baño, donde no hay nada en absoluto, así que a veces más vale aguantarse…

Para que después digan que estas cosas sólo pasan en España. Por suerte, para el fin de semana dan subida de temperatura aunque empezará a llover, vamos que no sé qué prefiero. El caso es quejarse, pero va a ser un invierno muy largo.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

viernes, 26 de noviembre de 2010

...bebe vino

Bien, de nuevo me he retrasado en poner una entrada pero, por suerte o por desgracia, este mes no he hecho gran cosa, así que me estoy cerca de ponerme al día.

Hace algo más de un mes, mi jefe me propuso ir en su nombre a una reunión de un grupo de trabajo europeo que iba a tener lugar en Burdeos ya que él tenía otra reunión que le coincidía. Como os podéis imaginar, mi respuesta fue afirmativa, no me iba a perder un viaje a una ciudad que aún no conocía. Además de la reunión, pude asistir a un mini-congreso sobre supercondensadores, que suena muy bien, pero no es que sea algo demasiado complicado. Además, no me voy a poner a explicar esto, ya que es de trabajo.

El resultado fue que me pasé casi cinco días en Burdeos, tres para la conferencia y yo lo alargué para volver de domingo, pasando el fin de semana allí.

Para explicar un poco el título, no es que yo me fuera de cata de vinos. Es que la organización de la conferencia nos llevó a cenar a un château, que en Burdeos no tiene por qué ser un castillo, si no que se refiere a cualquier finca productora de vino. Lo malo es que esa noche no me llevé la cámara, así que os tengo que poner una foto sacada con el móvil que no quedó demasiado bien.

Por lo menos sirve para hacerse una idea del sitio, que no estaba nada mal.

Antes de comenzar con el paseo por Burdeos, unas palabras sobre la ciudad en general. No es que sea muy grande aunque es mundialmente conocida como la capital del vino. Sí, mal que nos pese a los españoles, el vino francés es mucho más conocido que el español. El momento de mayor esplendor de la ciudad fue en el siglo XVIII, de cuando datan muchos de los edificios del centro histórico de la ciudad, conocido como Puerto de la Luna, el cual fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 2007. Como curiosidad, cuando estaba paseando por la ciudad, me parecía como estar en una especie de París en pequeño, y ahora, buscando información para la entrada del blog, leí que se utilizó Burdeos como modelo para la renovación de París en el siglo XIX ¿qué fue antes, el huevo o la gallina?

La ciudad está situada a orillas del río Garona, uno de los ríos más grandes de Francia, justo antes de comenzar el estuario de Gironda, que también es el nombre del departamento del cual es capital Burdeos. Ahora voy a soltar un pequeño rollo de cómo mi relación con este río viene de muy atrás. Tan atrás que me tengo que remontar a 1994, año en el que empecé a hacer travesías por los Pirineos de una semana de duración todos los años por el verano. Aquel año coincidió que subimos el Aneto, haciendo noche el día antes en el Plan de Aigualluts. En esa explanada se unen las aguas de deshielo del Glaciar del Aneto, sumiéndose en una dolina de origen kárstico, con unas impresionantes paredes verticales, el Forau d’Aigualluts. Las aguas vuelven a ver la luz en el Valle de Arán, una región del Pirineo leridano que está en la vertiente francesa, por lo que las aguas discurren hacia ese país. El Garona también pasa por Touluse, ciudad en la que estuve hace tres años para visitar a Joan (conocido por su blog Reunionés) que estuvo allí de erasmus. Si es que al final está todo conectado.

Voy a comenzar el paseo por Burdeos en la catedral de St André, del siglo XI.

No logré encontrar nada particular sobre la planta de esta catedral, sin embargo a mí me llamó la atención. No sé muy bien cómo explicarlo, parece que la fachada principal es la que se ve en la foto con las dos torres, pero no es así, se trata del brazo norte del transepto. Si no recuerdo mal, el otro lado no era tan espectacular y tampoco la fachada “principal”. El caso es que me daba la sensación de que le faltaba algo.

A la izquierda de la catedral en esta foto se encuentra la torre del campanario o Torre Pey Berland, del siglo XV, coronada por una estatua de Nuestra Señora de Aquitania en el siglo XIX.

A la derecha de la foto de la catedral se puede ver el Palacio Rohan, antigua residencia arzobispal (1772-1784) y es la actual sede del ayuntamiento u Hôtel de Ville desde 1837.

Desde aquí se puede ir hacia la Place Gambetta, cerca de donde tenía yo el hotel. La plaza en sí no es que fuera gran cosa, pero en una de sus esquinas estaba esta puerta, la Porte Dijeaux.

No sé muy bien qué son estas puertas, pero estaban en varios sitios de la ciudad, algunas incluso más grandes. Me da la impresión de que formaban parte de algún complejo defensivo y que se respetaron durante la reconstrucción. Desde la Place Gambetta se puede bajar hacia la Place de la Comédie donde se encuentra el Grand Théâtre, de 1773.

Desde allí se puede llegar en seguida al Monument aux Girondins, de finales del XIX, erigido para recordar el espíritu ideal revolucionario de los Girondins, un conjunto de hombres de negocios burgueses que se esforzaron por buscar el bien de la ciudad. Al menos eso es lo que ponía una placa cerca del monumento.

Aquí os pongo un detalle de una de las dos fuentes que están al pie de la columna.

Este monumento se encuentra en uno de los extremos de la Esplanade des Quinconces, una de las mayores plazas de Europa con 12 hectáreas. Me hubiera gustado poneros una foto de esta plaza, pero estaban en fiestas y estaba ocupada por un montón de atracciones de feria (en las fotos anteriores se puede ver parte de una noria).

Desde aquí yo me alejé un poco del centro, yendo hacia el norte a una calle, la rue de Notre Dame, donde me dijeron que había un mercadillo de antigüedades y de libros usados. En esta calle vi una iglesia que me llamó la atención, la iglesia de St Louis.

Como podéis ver, se trata de otra de mis panorámicas. Lo que me llamó la atención de esta iglesia no fue su construcción si no que estaba a 2/3 de limpiar y sin visos de ser limpiada en breve a juzgar por la falta de andamios. No sé, supongo que se les acabaría el presupuesto antes de poder terminar.

Desde aquí se puede volver caminando hacia el centro dando un paseo por la orilla del río, a lo largo del Quai Louis XVIII.

Al fondo de esta imagen se puede ver (con un poco de imaginación) el Pont de Pierre de cual hablaré un poco más abajo.

Continuando el paseo ribereño se puede llegar hasta la Place de la Bourse, una preciosa plaza de 1729-1777 dedicada a Louis XV.

Esta panorámica me quedó un poco distorsionada, a ver si aprendo a corregir esos defectos. Para que os hagáis una idea, se trata de una especie de media luna abierta hacia el río, es decir, el río está a la espalda según se mira la foto.

Desde aquí se puede continuar por el río hasta llegar a la Porte Cailhau, una puerta de 35 metros de altura erigida para honrar a Charles ???. El porqué de los interrogantes es que no tengo muy claro a qué rey estaba dedicada, ya que en la placa que explicaba el origen de la puerta hay tres números diferentes, en la explicación en francés es VIII, en inglés VII y en español III. Creo que se trata de Charles VIII por lo que he podido encontrar. Bueno, aquí va la puerta, que es lo que interesa de verdad.

Entrando en el centro antiguo de la ciudad por esta puerta se puede llegar hasta la antigua plaza del mercado real de 1760 con una fuente de 1865, la Place du Parlament.

Desde aquí se puede salir un poco del centro pasando por la Porta Sancti Jacobi, que no tengo ni idea de su origen, pero algo tiene que ver con el Camino de Santiago. Lo que sí sé es que la campana se erigió en 1775, si el resto de la torre se construyó por entonces, no lo sé.

Desde aquí no lleva mucho el llegar hasta la Place Canteloup, donde se encuentra la basílica de St Michel. La basílica está incluida en la lista de Patrimonio de la Humanidad, sin embargo aquí os voy a poner nada más que la foto del campanario, la Flèche St Michel, una torre de 114 metros de altura (por lo cual se merecía otra de mis panorámicas), terminada en 1492, pero destruida varias veces, por lo que la torre actual es el resultado de una reconstrucción de la segunda mitad del siglo XIX.

Desde aquí se llega fácilmente al puente que mencioné antes, el Pont de Pierre, o Puente de Piedra.

Este es el primer puente sobre el Garona en Burdeos, mandado construir por Napoleón I como estrategia militar. Como curiosidad, el puente tiene 17 arcos, el mismo número de letras que hay en Napoleón Bonaparte.

Antes de terminar esta entrada, una nota sobre la capacidad de esta ciudad de incorporar elementos modernos a su casco antiguo.

En Burdeos hay tres líneas de tranvía que circulan por el centro de la ciudad. En la foto llama la atención la falta de cables aéreos. Esto es debido gracias a un sistema que se desarrolló expresamente para esta ciudad. Se trata de un sistema de alimentación por el suelo, de manera que en el centro los tranvías usan ese sistema mientras que en las afueras usan el tradicional aéreo porque es menos costoso y más fiable. No estoy muy seguro de si estos tranvías usan sistemas de regeneración de energía durante el frenado. Todos hemos oído hablar del famoso KERS, en el que almacena la energía del frenado en un volante de inercia, pero como nota para cerrar esta entrada donde empecé, en los sistemas que se están investigando e incluso implementando en muchos prototipos y vehículos comerciales, se utilizan supercondensadores que recuerdo que fueron el motivo de mi visita a esta ciudad.

Besos para ellas y abrazos para ellos.

sábado, 13 de noviembre de 2010

...va de catedral en catedral

Antes de empezar con la entrada me gustaría agradecer a todos por vuestros comentarios y mensajes. Siento mucho el tono derrotista de la anterior entrada, pero así era como me sentía hace una semana (también ahora, pero no importa), y no todo en este blog iba a ser sobre viajes, no fuera que os pensarais que estoy aquí por la cara y que es a lo único que me dedico. Tened cuidado no sea que me decida a escribir una entrada sobre el trabajo. Bueno, esto no, que quiero conservar a los lectores que quedan.

Bien, recuperando el espíritu viajero del blog, voy a contar lo que hice la semana siguiente a que estuvieran por aquí mi hermano y mi cuñada, es decir, el tercer fin de semana de octubre.

Ese viernes tuve una reunión de proyecto en Birmingham, la cual está considerada como segunda ciudad de Inglaterra, disputándose el título con Manchester. Pero antes de continuar con esto, decir que justo un día antes de tener que ir allí me encontré con una rueda pinchada. Diréis que no es gran cosa: cambias la rueda y lo llevas al taller para que te la arreglen o te la cambien. Pero esto me dio pie a hacer una reflexión sobre cómo uno está acostumbrado a ir a los sitios que conoce y que tiene cierta confianza aunque sólo sea adquirida por la rutina, como la dentista, el peluquero o el taller para el coche, pero cuando uno está en otro ambiente, se tiene que buscar esos sitios de confianza. Por suerte, el día que encontré la rueda pinchada fui a karate y se lo comenté al profesor, el cual me mandó ir a un taller de un conocido suyo. Así lo hice, encontrándome que el que me atendió era un gallego que llevaba 12 años en Inglaterra y que justo esa semana tenía pensado volverse a España. Casualidades que se dan a veces en este mundo que, como se suele decir, es un pañuelo y yo añado, y Guildford un moco seco.

Siguiendo con el tema del viaje, aprovechando que tenía que ir Birmingham, me dije que podía hacer un pequeño viaje, así que aquel jueves fui a dormir relativamente cerca de allí, a Stratford-upon-Avon, precisamente en el mismo albergue donde estuve con Joan la segunda noche que él estuvo por aquí. Al día siguiente, después de la reunión, la cual duró toda la mañana y parte de la tarde (no, tranquilos, no voy a decir nada más de la reunión, que acabo de decir que no voy a hablar de trabajo), fui hasta Bristol, pero parando en varias ciudades por el camino. No quise quedarme a visitar Birmingham porque me dijeron que no merecía mucho la pena ya que se trata de una ciudad muy industrial y que fue muy castigada por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial.

La primera parada que hice fue en Worcester. Un par de apuntes antes de continuar. El primero es lingüístico, acerca de la pronunciación de los nombres de ciertas ciudades. Hace tiempo comenté algo sobre las terminaciones en –ester de muchas ciudades en Inglaterra. El caso es que cuando comentaba dónde había estado, nunca me entendían bien el nombre de estos pueblos hasta que un señor, compañero de trabajo, me comentó que la pronunciación de ciertas palabras en inglés aún se hace en inglés antiguo. De manera que yo lo pronunciaba algo así como “Guorsester” y resulta que la pronunciación adecuada es “Guster”, vamos, que lo clavé.

El otro apunte es que la Salsa Worcester fue creada en esta ciudad por dos químicos. Tal vez no os suene mucho esta salsa, pero según parece, es uno de los ingredientes del famoso cóctel Bloody Mary. Yo nunca he probado esta bebida, pero teniendo en cuenta que también lleva tabasco, me parece que no me atrae mucho. Para saber lo que lleva la salsa, mejor os miráis esto. El sabor es muy fuerte y algo picante, y se suele usar para las patatas fritas, para la carne o como potenciador de sabor.

Después de este rollo, aquí os pongo una foto de la catedral de Worcester, que no es que sea una belleza, pero el sitio es envidiable.

Está situada sobre el río Severn, el cual es el más largo y caudaloso de Inglaterra, lo cual no deja de sorprenderme como extranjero en estas tierras, ya que, como tal, uno siempre tiende a pensar que el Támesis debe ser el que ostentara esos títulos. Este río forma el estuario del mismo nombre y desemboca en la hendidura que se puede ver en el mapa de Inglaterra en su parte oeste, que es el Canal de Bristol, ciudad de la cual hablaré más adelante.

Siguiendo mi camino hacia el sur, me desvié un poco hacia el oeste para parar un poco en Hereford por donde me di un paseo para ver por fuera su catedral.

No os enseño fotos de la fachada principal porque estaba en obras y no quedaban muy bien, así que creo que está mejor esta con el río Wye en primer plano. Volviendo con los datos curiosos, resulta que de esta zona procede la raza bovina Hereford. No es que dicho así tenga mucha historia, pero es que cuando vi cómo es esta raza, me acordé de una película que vi hace mucho tiempo de James Stewart, The rare breed (Literalmente, La raza rara, traducida en España como Una dama entre vaqueros). En ella, Maureen O’Hara hacía de una mujer inglesa que se empeñaba en llevar una vaca Hereford al oeste de Estados Unidos, ayudada por James Stewart. Es curioso de lo que se va enterando uno sin querer.

La última parada que hice fue en Gloucester (aplíquese la misma regla lingüística de antes), ciudad que también está situada a orillas del río Severn. Allí llegué ya de noche, aunque no creo que fuera demasiado tarde, pero aquí los días ya empezaban a ser bastante cortos. Así que me dio tiempo a dar nada más que un pequeño paseo alrededor de su catedral y a cenar algo en un pub.

En este caso no tengo ninguna anécdota que contar acerca de Gloucester.

Como ya era de noche, cuando llegué a Bristol fui directamente al albergue juvenil. Este albergue es el más moderno de los que me he ido encontrando por aquí y la cama era de las más cómodas. El problema era que me parece que sólo había un par de duchas por planta, y en cada planta cabía bastante gente. Lo bueno que tiene este albergue es que está en pleno centro de Bristol, así que es un buen sitio para recorrerse los sitios más emblemáticos de la ciudad. Sin embargo, yo tuve un inconveniente, y es que este albergue no tiene aparcamiento por lo que dejar el coche en un aparcamiento toda la noche me salió por casi el mismo precio que pasar la noche en el albergue con el desayuno incluido.

Sobre Bristol en general, decir que en su momento fue la segunda ciudad en importancia de Inglaterra, gracias al comercio de las mercancías del imperio colonial británico. Ahora, con algo más de 400000 habitantes, ya no sigue siendo tan importante, pero se nota que tiene una buena salud tanto económica como social.

Tras desayunar el famoso desayuno inglés, comencé mi recorrido por la ciudad. En primer lugar fui a la Queen Square.

Cerca de esta plaza del siglo XVIII se puede encontrar el pub Llandoger Trow, construido en 1664, donde la leyenda dice que Daniel Defoe conoció a Alexander Selkirk, un marinero escocés que estuvo cuatro años perdido en una isla del archipiélago chileno Juan Fernández en el Pacífico sur, aventura que se supone que inspiró la novela Robinson Crusoe.

El nombre de Trow viene del tipo de barco que solía amarrar en los embarcaderos del Floating Harbour, el puerto de Bristol, que es una especie de canal artificial construido de forma paralela al río Avon. Aquí os pongo una parte con el Bristol Bridge y la iglesia de St. Peter al fondo.

Después me acerqué a la iglesia de St Mary Redcliffe, una iglesia de estilo gótico perpendicular del siglo XIV y de la que Isabel I dijo que era “la iglesia parroquial más bella y más famosa de toda Inglaterra”.

Después de esto fui hasta el ayuntamiento, pero no voy a poner ninguna foto aquí ya que, aunque no estaba mal, no me pareció que fuera nada del otro mundo. Cerca del ayuntamiento hay un par de calles donde había algunos puestos ambulantes y también dos plazas de mercado. La siguiente parada que hice fue para ver la catedral, que no podía faltar en este viaje.

No voy a hablar más de esta catedral, porque no era de las más interesantes que haya visto hasta ahora. Me quedan más cosas por poner y esto empieza a hacerse un poco largo.

Yendo hacia la parte alta de la ciudad llegué hasta la universidad, con su torre que llama bastante la atención.

Cerca de allí y en mi camino de bajada hacia el río y el puerto, pasé por el parque de Brandon Hill, donde se encuentra la torre Cabot.

Esta torre se erigió en 1897 en memoria de John Cabot, 400 años después de que comenzara su viaje de exploración de América del Norte. En realidad era veneciano, así que el nombre era Giuseppe Caboto.

Después de esto bajé al río y me dirigí hacia el famoso Clifton Suspension Bridge, un puente colgante sobre el río Avon.

Este puente fue diseñado por Isambard Kingdom Brunel, uno de los más insignes ingenieros civiles de Inglaterra. Su construcción comenzó en 1836, pero se vio interrumpida en 1843 por falta de financiación. Se terminó de construir en 1864, cinco años después de la muerte de su diseñador. El puente aún sigue en uso por tráfico rodado previo pago de un peaje de 50 peniques, pero es gratis para los peatones. El puente tiene unos 75 metros de altura sobre el río y una longitud de 450 metros, dominando la garganta del Avon.

Después de hacer muchas fotos al puente volví hacia el centro de la ciudad, ya que el puente queda a las afueras y tuve que caminar un buen rato para llegar a él. Antes de completar mi recorrido pasé al lado del S. S. Great Britain.

Este barco, diseñado y construido por el mismo ingeniero de antes en 1843, fue el primer barco con propulsión de hélice que fue utilizado en las rutas transoceánicas. Ahora está en dique seco y se puede visitar previo pago, lo cual no hice porque no tenía suficiente tiempo.

Antes de volver al coche para iniciar camino de vuelta a Guildford, pasé por una de las zonas más nuevas y recuperadas de la ciudad, la plaza Millenium Square, donde hay una curiosa construcción.

Se trata de un planetario. Por cierto, para los que dicen que nunca salgo en las fotos que pongo, aquí salgo justo en el medio.

Es curioso como todas las ciudades inglesas que tenían puertos, sobre todo puertos en estuarios de ríos, que son muy habituales por aquí, han ido intentando recuperarlos con construcciones modernas, como la zona de Docklands en Londres, muchas veces por ser zonas portuarias en las que las actividades ilícitas florecían tras el decaimiento de los puertos.

De vuelta a Guildford me desvié un poco hacia el sur para ir a Wells, una pequeña población conocida por su bella catedral.

Esta es quizá una de las catedrales que más me ha llamado la atención en este país hasta ahora. Es además una de las mejor conservadas y restauradas de las que me he encontrado. En el interior no pude sacar fotos, ya que había que pagar y yo no sabía que iba a merecer la pena hacerlo (tal vez vuelva algún día), ya que cuenta con una solución arquitectónica que parece moderna pero realmente data del siglo XIV. Se trata de unos arcos invertidos en forma de tijera que se construyeron para solucionar los problemas de hundimiento de los cimientos por culpa del peso de la torre del crucero. Aquí tenéis un enlace para que los veáis.

Esta catedral tiene un par de similitudes con el famoso libro de Ken Follet, Los pilares de la Tierra. En primer lugar, la ciudad fue muy próspera gracias al comercio de la lana, y si no recuerdo mal, en el libro se hablaba de ello. En segundo lugar, la impresionante fachada oeste, fue construida entre 1230 y 1250 siguiendo el esquema de las fachadas de las grandes catedrales francesas. De nuevo, si mi memoria no me falla, en el libro, el protagonista recorre Francia y lleva las nuevas ideas del gótico a Inglaterra donde termina la construcción de la catedral. Además, Ken Follet es de Cardiff, que no está muy lejos de Wells. No he encontrado ninguna prueba de que el pueblo ficticio de la novela y Wells tengan ninguna relación, pero me pareció una coincidencia curiosa.

Después de una visita rápida a este pueblo cogí el coche para volver a Guildford, donde pasé el domingo descansando, que hacía mucho tiempo que no lo hacía y aún me quedaba otra semana de viajes, pero esto se quedará para otra entrada.

Besos para ellas y abrazos para ellos.